martes, 20 de enero de 2009

"Muchas veces me vi en la tele y pensé: 'no soy yo'"

Asegura que el nacimiento de su hijo Valentino le cambió la vida y que volvió de Ecuador mucho más tranquilo. Pero no le alcanza con salvar del descenso al Lobo: "Tenemos la ilusión de pelear arriba".

PABLO CAVALLERO pcavallero@ole.com.ar



El Gato Sessa integra el grupo de los más grandes dentro del plantel de Madelón: “La mezcla ideal es que haya jugadores de experiencia y también algunos jóvenes para mechar y que aporten frescura”.
El cuerpo de sillones situado en el centro del hall del Hotel 13 de Julio inspira respeto. Mullido, hace fuerza para aguantar el peso de frondosos currículums. Después del almuerzo en el primer piso, bajan y se sientan el Pampa Sosa, Mariano Messera, Teté González, un Coco San Esteban entrecano, que no sucumbe a la pueril tentación de la carmela... Cabellera bien tirante hacia atrás, mirada en alto, Gastón Sessa se suma al grupete. Mientras se zambulle en el algodón, al toque cae Leo Madelón, técnico compinche, y la tertulia por un rato se hace más amplia. No se oyen alusiones al reggaetón y a la PlayStation. Se trata de un target diferente.

Como fue otro también el Gato versión segundo semestre del 2008. Lanzado en la aventura de salvar a un Gimnasia platense urgido por el promedio, mostró un rendimiento óptimo. Claro que no fue en ese aspecto en el que residió la novedad: el arquero no reeditó las reacciones extemporáneas de otras épocas... No se mandó ninguna comparable al simulacro de ahorcamiento al árbitro Sergio Pezzotta, ni la patada a lo kung fu que "paró" de pechito Rodrigo Palacio, por nombrar sólo dos. Por el contrario, en casi todas las breves montoneras, típicas de algún roce o fallo polémico, se lo vio en función pacífica, separando o, en su defecto, manteniéndose lejos, comprometido con la valla.

El mismo lo explica, honestidad brutal del arquero menos vencido del último Apertura. Hay, dice el uno platense, un factor determinante en la metamorfosis. El resto lo aportó lo que cuenta el DNI...

-No dirás que haber cumplido algunos años te hizo más tranquilo...

-No, fue un clic importante la llegada de mi hijo Valentino. Un hijo te abre la cabeza, te da una visión diferente de las cosas. Me di cuenta de que no tenía por qué seguir generándole disgustos a mi familia.

-Te fuiste a jugar al Barcelona de Ecuador después de haber participado en una serie de líos. Pero volviste y lo hiciste con todo.

-Estoy contento, muy conforme por lo que pude aportar en lo personal. En mi nivel también tuvo mucho que ver que me cubrió una defensa muy fuerte. No nos hicieron muchos goles y eso es fruto de un trabajo que engloba a todo el equipo.

-¿Te sentís valorado por el mundillo futbolero? ¿Creés que encuadró con justicia el certamen que tuviste?

-Sí, yo me sentí reconocido. Para mí fue muy emocionante el hecho de recibir un premio de manos de Fillol a fin de año, por ejemplo. El Pato es un grande de nuestro fútbol. Además, era una asignatura pendiente jugar en el club del que soy hincha. Yo lo tomaba así, es algo que quería desde chico. Y la gente, los hinchas, me demuestran el cariño permanentemente. Eso a uno lo hace sentir bien.

-Calculo que es paradójico para vos. Porque ese mismo temperamento que muchas veces te lleva a imponerte en el área es el mismo que en algunos momentos de tu carrera te llevó a tener actitudes que no te deben satisfecho.

-Siempre fui calentón, viene conmigo. Antes por ahí me gritaban algo mientras andaba por la calle y era capaz de correr varias cuadras al tipo para que me lo dijera en la cara... O me decían algo de coche a coche y quizás lo seguía más de tres kilómetros para poder agarrarlo... Hice cosas... Y por ahí después muchas veces me veía en la tele y pensaba: "Ese no soy yo". Es raro, no es fácil de explicar... Ahora, en cambio, trato de dedicarme al juego, que es lo que realmente importa.

-¿Es simplemente la experiencia, la edad?

-Sí, por supuesto. Son cosas de otra época, de las que me arrepiento... Pero bueno, ya pasaron.

-¿Sos de hablar con los más chicos para transmitirle tus experiencias, las buenas y las malas?

-Con los chicos hablo mucho, claro. Trato de inculcarles las cosas por las que pasé. Sí, las buenas y las malas. Y también se los escucha. Es una de las cosas que tienen que hacer los más grandes dentro de los planteles.

-Pasaste por equipos grandes en los que, además, saliste campeón. Pero también está la otra parte. ¿Quisieras borrar esas manchas de tu currículum?

-Pasaron. Son cuestiones de las que me arrepiento. Pero creo que si que pasé por equipos grandes, si he salido campeón, todo eso también forma parte de la carrera. No se borra.

-¿Con un torneo como el que hiciste, te ilusionás con una convocatoria a la Selección?

-No, yo ya no la espero. Obviamente que sería muy lindo lograr una convocatoria, como un broche para mi carrera. Y si se da, bienvenida sea. Para cualquier jugador es un motivo de orgullo.

-¿Pensás que aquellas actitudes te jugaron en contra en el pasado para una convocatoria?

-Creo que pude haber ocurrido en otra época, por el momento en que estaba yo y el de mi equipo... Puede ser que me hayan perjudicado algunas de esas actitudes. Pero yo rescato todo lo bueno que me ha pasado a lo largo de todos estos años.

Los almirantes. Hay una orden de siesta generalizada. De todos maneras, la conversación en los sillones se extiende, es un bonus track de sobremesa. Sessa relojea de costado. Los hombros dan idea de que se bancan el peso de un Lobo ahora algo más oxigenado, pero con la turba del descenso persiguiéndolo como si fuera el leñador del cuento. La misma sensación da cuando uno observa al resto de los departientes, tipos con roce, con cicatrices de batallas diversas y hasta en campos del extranjero.

-¿Será pertinente tanto cacique, más allá de que todos están dispuestos a pintarse la cara y tomar las lanzas?

-Yo creo, como se suele decir, que la mezcla ideal es que haya jugadores de experiencia y también algunos jóvenes para mechar y que le aporten frescura al equipo. Acá en Gimnasia se da que se formó un grupo con mucha gente grande, con experiencia, pero al mismo tiempo se cuenta con chicos con muchas ganas. Todos, unos y otros, tenemos bien en claro lo que nos estamos jugando y cuáles son los objetivos...

-¿Qué cambió en Gimnasia para que al final sumara tantos puntos y se acomodara después de la llegada de Madelón como técnico?

-Estábamos jugando bien, pero los resultados no se nos daban. Pero cuando vino Leo nos convencimos de lo que podíamos hacer. Entonces sí empezamos a sumar seguido, porque conseguimos redondear buenos partidos y volvimos a ganar en condición de visitantes después de mucho tiempo. Todos ellos fueron síntomas de que habíamos mejorado. Pero ojo que todavía tenemos mucho para crecer como equipo.

-¿Qué se puede esperar de este Gimnasia para el Clausura 2009?

-Nosotros tenemos la ilusión de pelear más arriba. A mí me tocó pelear por títulos y también abajo, y puedo asegurar que la presión está en las dos situaciones. La dirigencia hace un esfuerzo importante, el cuerpo técnico y los jugadores también. Sabíamos de entrada que íbamos a encarar una temporada difícil, que había muchas necesidades, pero se tomó el desafío dando lo mejor de cada una de las partes. Creemos que lo podemos conseguir. Para eso estamos trabajando duro en la pretemporada.

-¿Dejás la sucesión lista con lo que viene de abajo para cuando dejes Gimnasia?

-Sí, claro, hay muy buenos chicos que laburan duro todos los días y son muy profesionales.

-¿Y en el fútbol argentino a qué arquero ves con futuro promisorio?

-A mi me gusta mucho el chico Javier García, de Boca. Le veo muchas condiciones técnicas. Fijate que tuvo que agarrar el arco en un momento muy complicado y atajó bajo presión. Pero, a pesar de que le ocurrieron algunas cosas, respondió...